Nuestras rodillas juegan un papel principal en el sostén y movilidad de nuestro cuerpo. Por esta razón, son unas de las principales articulaciones en sufrir daños más a menudo. Una de las afecciones más habitual es la bursitis. En nuestra rodilla existen varias bolsas con líquido (bursas), cuya función es minimizar la fricción y amortiguar los puntos de presión entre los huesos, los músculos, los tendones y la piel que se encuentran cerca de la articulación.
Aunque cualquiera de ellas puede inflamarse, las mayores afectadas suelen ser la que se encuentra sobre la rótula y la de la parte interior de la rodilla, debajo de la articulación.
Síntomas
Los síntomas pueden variar según la bursa que se inflame. También aparecerán de forma más rápida o más lentamente según el origen causante. Por ejemplo, si recibimos un golpe directo, la inflamación y el dolor tardarán menos en aparecer y puede que sean más intensos que si se va generando por repetición de posturas dañinas para nuestras rodillas.
Suele aparecer hinchazón, sensibilidad y una mayor temperatura de la zona. También es posible que nos genere problemas de movilización y dolor constante, aunque estemos en reposo.
Causas
La bursitis de rodilla puede tener varios causantes:
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- Golpes directos. Suele ocurrir, principalmente, cuando practicamos deportes de contacto e impacto.
- Infección bacteriana de la bolsa sinovial.
- Complicación de la artrosis, gota en la rodilla o artritis reumatoide.
- Que le generemos una sobrecarga o actividad demasiado intensa.
- Presión frecuente y constante.
Factores de riesgo
Algunas de las prácticas cotidianas o hábitos de vida pueden aumentar la posibilidad de padecer esta dolencia. Algunas de ellas son:
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- Permanecer de rodillas durante un tiempo prolongado: algunas personas, por su oficio, adoptan esta postura de manera diaria, como son los parquetistas, jardineros o fontaneros. La repetición habitual de esta posición sobre suelos duros, genera una presión sobre la articulación y las bolsas, que pueden generar las consiguientes molestias.
- Práctica de ciertos deportes: como hemos señalado anteriormente, la realización de algunos deportes puede facilitar la aparición de la bursitis. En los deportes de contacto, es frecuente recibir golpes directos con otros compañeros, con el balón o caídas. Por otra parte, en los deportes de impacto, se debe principalmente al trabajo constante que se realiza sobre la articulación, como puede ser el atletismo.
- Obesidad y artrosis: un exceso de peso siempre va a ser un mal amigo de nuestras articulaciones. Es fundamental cuidar nuestra alimentación y tonificar nuestra musculatura para liberar de trabajo a nuestra articulación. La artrosis también puede generar dolencias en las bursas.
Prevención
Algunas buenas prácticas que nos pueden ayudar a prevenir esta afección o evitar que vuelva a aparecer, son:
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- Uso de rodilleras: tanto para el trabajo como para practicar deporte, es importante que mantengamos protegida esa zona.
- Descanso: si mantenemos la misma postura durante un tiempo prolongado o les hemos generado un trabajo de gran intensidad, es importante ir haciendo descansos y movilizando las articulaciones para evitar saturación y bloqueos.
- Evitar estar de rodillas o en cuclillas durante mucho tiempo: evitaremos todo lo posible generar una presión innecesaria sobre nuestras rodillas.
- Controlar nuestro peso: manteniendo un peso saludable ayudaremos a reducir la presión sobre nuestras articulaciones.