Con el paso de los años, nuestros huesos y articulaciones se van viendo desgastadas. Este desgaste natural del cuerpo a veces se puede ver acelerado por la aparición de determinadas afecciones, por la propia biodinámica de la persona o por la práctica habitual de deportes o hábitos de cierta intensidad.
La condromalacia consiste en el desgaste del cartílago. Este desgaste es algo natural en todos los cartílagos que conforman el cuerpo, pero el que se ve afectado con una mayor frecuencia es el cartílago que recubre la articulación de la rodilla. Cuando esto se produce, recibe el nombre de condromalacia rotuliana.
En la condromalacia rotuliana se produce el reblandecimiento del cartílago, lo cual genera que haya un mayor roce y, por lo tanto, mayores molestias a la hora de movilizar la articulación. Se hace distinción entre cuatro grados:
Grado 1: el cartílago rotuliano se encuentra reblandecido y se ha producido edema.
Grado 2: se puede observar fibrilación o alteración en la superficie del cartílago.
Grado 3: en este grado se producirían fisuras más profundas.
Grado 4: sería el caso más extremo, en el que el cartílago desaparece.
¿Por qué se produce?
El cartílago sufre un desgaste natural a lo largo del tiempo. La rodilla es una de las articulaciones del cuerpo que más trabajo soporta. Al caminar o correr absorbe los impactos, además de soportar el peso de nuestro cuerpo. Por ello, es normal que sea una de las articulaciones que se vea dañada con mayor precocidad.
Lo normal es que este tipo de dolencias surjan en edades más avanzadas, pero también es común en personas jóvenes. Por ejemplo, un ámbito en el que suele dar muy frecuentemente es en el deporte que supone un gran impacto para las articulaciones. Si practicamos deportes en los que se requiere mucha velocidad para luego realizar paradas en seco, giros, salir de nuevo a la carrera, etc. estamos dándole un gran trabajo a nuestras rodillas. También influye el terreno en el que lo realicemos, si se trata de un terreno duro, como el asfalto, o más blando, como arena o césped.
Algunos de los deportes recomendables, en caso de padecer esta lesión, serían la natación y el ciclismo.
Con esto, no debemos interiorizar que el deporte es lesivo o contraproducente. El sedentarismo resulta igualmente dañino para nuestro cuerpo. Lo que debemos hacer es un ejercicio moderado y controlado, siguiendo siempre nuestros propios ritmos.
Otro aspecto que puede influir en la aparición de una condromalacia rotuliana es nuestra propia biomecánica. Es decir, cómo realicemos los movimientos de nuestro cuerpo. Nuestra pisada, nuestra forma de caminar, nuestra disposición muscular y ósea, puede hacer que haya un sufrimiento mayor o menor de la articulación.
¿Qué soluciones existen?
Aunque el cartílago no se puede regenerar, sí que se puede evitar que su deterioro vaya en aumento. Las alternativas existentes serían la rehabilitación para conseguir una buena alineación, uso de plantillas especiales, infiltración de ácido hialurónico y factores del crecimiento o la cirugía.
Para saber qué medidas son las más adecuadas en cada caso, siempre es necesario que nuestro médico nos realice los estudios necesarios y nos informe en profundidad de cada opción.