El bastón es un elemento que nos da seguridad y puede evitar muchas caídas. Sin embargo, es habitual encontrar muchas reticencias a la hora de decidir hacer uso de él. No es una decisión fácil, y esto es debido, principalmente, al concepto que se tiene socialmente sobre su uso. ¿Por qué? Porque nos sentimos mayores si lo usamos, o menos válidos.
Con frecuencia tendremos que lidiar con este sentimiento, tanto si tenemos que usarlo nosotros mismos o si debe hacerlo un familiar. Pero es necesario ver que este es un elemento que nos ayudará y, lejos de lo que se suele pensar, nos aportará independencia.
¿Por qué empezar a usar bastón?
El uso de bastón puede aumentar nuestra calidad de vida, así como nuestra autonomía. A veces, por determinadas afecciones o por la edad, puede verse afectado nuestro equilibro o la movilidad de extremidades. Si no nos vemos seguros al desplazarnos, es posible que comiencen a surgir temores que nos vayan limitando las tareas del día a día. Acciones cotidianas, como hacer la compra o ir a pasear, pueden generarnos inseguridad al no controlar al cien por cien nuestra psicomotricidad.
Esto puede hacer que reduzcamos nuestro nivel de actividad, que es algo contraindicado siempre, o que empecemos a depender de otras personas para que nos ayuden y acompañen. También es necesario remarcar que, si nuestro desplazamiento es dificultoso y no tomamos medidas de apoyo, se incrementa la posibilidad de sufrir caídas. Como bien sabemos, las caídas pueden complicar mucho las cosas y llevarnos a donde no queríamos llegar: a un empeoramiento de salud y/o a perder nuestra autonomía.
Por ello, las herramientas de apoyo, como los bastones, son imprescindibles para no perder seguridad y seguir con nuestras rutinas sin ningún problema. Además, existe una amplia gama de modelos que se ajusta a todos los gustos y edades.
¿Qué señales nos pueden indicar que es necesario el uso de bastón?
A la hora de tomar la decisión de introducir el uso del bastón en nuestra vida o la de nuestro familiar, es necesario que evaluemos distintos aspectos que nos pueden servir de indicadores para determinar si es necesario o no su utilización.
En primer lugar, hay que tener en cuenta qué tipo de enfermedad o dificultad se tiene, sabiendo cómo afecta a la movilidad y equilibrio de la persona. En algunos casos se nos mostrará de forma evidente, en otros es posible que tengamos que calibrar también otro tipo de variables.
La seguridad de la persona juega un papel fundamental. Si nos sentimos dubitativos o inestables a la hora de movernos, si nos da miedo, si comenzamos a eludir actividades para no desplazarnos, etc. Esto disminuye nuestra calidad de vida. Un bastón nos ayudará a coger seguridad y control sobre nuestros movimientos.
Por último, también se ha de observar la forma de realizar los desplazamientos. Si vamos buscando ir junto a la pared, apoyándonos en los muebles o requiriendo el apoyo de otra persona… aumentamos la probabilidad de que se produzcan caídas, tanto para nosotros como para la persona que nos ayuda. Con el uso del bastón, nos sentiremos más estables y seguros con cada paso.